Los 50 millones de habitantes de la provincia china de Hubei, kilómetro cero de la epidemia del coronavirus, celebran el fin inminente de casi dos meses de confinamiento.
A finales de enero, las autoridades decretaron una cuarentena que prohibía a la gente salir de la ciudad donde estaban, en primer lugar en Wuhan, la capital de Hubei, donde el coronavirus apareció en diciembre.
Nadie podía entrar en la provincia, exceptuando el personal médico y los encargados de llevar bienes de primera necesidad.
Sin embargo, en un primer momento, solo podrán desplazarse las personas consideradas sin riesgo y que no estén enfermas.
Para ello tendrán que presentar su teléfono con un código QR oficial «verde» que indica que están en buena salud.
En los últimos días el número de nuevos casos fue muy pequeño o incluso nulo en Hubei aunque el martes el ministerio de Sanidad registró un nuevo contagio en la capital provincial.
Las restricciones de desplazamiento ya habían sido levantadas progresivamente en la ciudad desde una visita en marzo del presidente Xi Jinping. Algunos habitantes pudieron así volver a trabajar.
El fin del confinamiento también alegra a los chinos separados de su familia.
Por otra parte, tres aeropuertos de la provincia volverán a abrir el miércoles aunque el de Wuhan continuará cerrado.
Otro signo de la vuelta progresiva a la normalidad es que la parte de la Gran Muralla china cercana a Pekín volvió a ser accesible este martes a los visitantes después de dos meses cerrada.